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Richard Linklater (Boyhood y la trilogía Antes del amanecer) dirige este drama protagonizado por Steve Carell (La batalla de los sexos, Café Society). Bryan Cranston (Breaking bad, Trumbo) y Laurence Fishburne (Matrix).
Un veterano del Vietnam va a buscar a sus dos viejos compañeros de armas (un dueño de un bar algo alcohólico y un pastor religioso) para que le acompañen en un viaje. Durante el trayecto volverán a recuperar su antigua amistad.
Es una road movie (película de carretera) muy bien escrita e interpretada con tres personajes muy distintos. Destaca el personaje de Cranston que tiene los mejores diálogos como un tipo cínico pero más realista que sus amigos. En contraste, el cura vive en otro mundo y el tercero, siempre está deprimido.
Pese a su evidente dramatismo tiene momentos divertidos y consigue arrancar varias sonrisas amargas de puro humor negro.
Tiene un trasfondo de crítica al gobierno y el ejército estadounidense por sus falsedades y su postureo.
Está ambientada en el año 2003, cuando fue detenido Saddam Hussein y muestra cómo en aquel tiempo tanto los móviles como Internet parecían algo casi mágico.
Es antibelicista y destapa el horror de la guerra al establecer un paralelismo entre Vietnam e Irak.
Cuestiona si son lícitas las mentiras piadosas.
Tiene una curiosa reflexión sobre la serie documental norteamericana Cops y asegura que los detenidos siempre son drogadictos o delincuentes menores, pero nunca asesinos violadores o corruptos.
Pese a su duración de dos horas te mantiene atento todo el metraje por sus continuas puyas e incorrección política. Lástima que su desafortunado último cuarto de hora se decanta por lo más convencional y decepciona su desenlace que parece contradecir un poco todo el mensaje expuesto anteriormente.
En los créditos finales suena el tema Not dark yet, de Bob Dylan.