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El húngaro János Edelényi firma este drama protagonizado por el veterano Brian Cox (Troya, El mito de Bourne), la debutante Coco König (toda una revelación) y Anna Chancellor (vista en Cuatro bodas y un funeral y Soñadores).
Una joven húngaro que pretende triunfar como actriz es contratada para cuidar de un veterano y prestigioso actor enfermo de Parkinson que no puede valerse por sí mismo. Pese a sus reticencias iniciales, el intérprete entablará amistad con la chica que le ayudará a vivir más intensamente.
El filme sigue el esquema de otros parecidos como Esencia de mujer.
Su principal originalidad radica en que está centrada es un actor y la película es una apasionada reivindicación de este oficio.
El protagonista está muy bien retratado: es un sir cascarrabias, sarcástico y algo prepotente que se pasa el día recitando fragmentos de obras de Shakespeare.
Está repleto de referencias tanto teatrales como cinematográficas.
La relación entre el actor y su cuidadora está muy bien escrita: ella le admira, pero no es una sumisa y le da caña.
Pese a que el trasfondo es dramático, la película tiene bastante humor.
También habla de la transmisión del conocimiento (en este caso, de la interpretación) y de la intolerancia británica (que exige una pronunciación perfecta para actuar).
No es casualidad que el director sea húngaro y reivindique en muchas escenas la aportación al arte que ha hecho su país.
La frase: “actuar no es lo que hacemos, es lo que somos”.