****
El japonés Hirokazu Kore-eda (Nadie sabe, De tal palo, tal astilla) dirige este drama familiar protagonizado por Haruka Ayase, Masami Nagasawa y Suzu Hirose basado en una novela gráfica.
Tres hermanas que viven juntas emprenden viaje para asistir al entierro de su padre, que las abandonó hace muchos años. Allí conocen a su hermanastra adolescente y la invitan a vivir en la ciudad con ellas en su apartamento.
Es un hermoso drama familiar femenino con cuatro personajes muy bien descritos. La mayor es la más seria, responsable y hace de madre del resto; la mediana es más frívola y es abandonada sistemáticamente por sus novios; la tercera es la más alegre y desenfadada y tiene un amigo íntimo, mientras que la hermanastra es sensible y muy madura para su edad.
Es una película dulce, delicada, armoniosa y poética que te va enamorando poco a poco.
La relación entre ellas puede recordar a clásicos femeninos como Mujercitas.
El detalle: la hermanastra juega al fútbol, lo que provoca referencias balompédicas tanto a Neymar como a Zidane.
Transmite esa alegría de vivir pese a los problemas. Envidias lo bien que, en el fondo, se lo pasan entre ellas y desearías ser una de las chicas.
Insiste en una imagen tan tópica como bella del cine japonés: los cerezos en flor, así como incide en la magia del licor de ciruelas. Su deliciosa banda sonora contribuye a su encanto.
El comportamiento de las jóvenes está marcado por la actitud que tuvieron sus padres con ellas y asumen las culpas de sus progenitores.
Curiosamente la historia se articula a través de diversos entierros. Después de cada uno de ellos se abre una puerta positiva para alguien como insinuando que de la muerte surge una nueva vida.