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La catalana Isabel Coixet (Mi vida sin mí) vuelve a dirigir a Patricia Clarkson y Ben Kingsley (con los que ya coincidió en Elegy). De hecho fueron los actores los que levantaron el proyecto y luego pensaron en ella. También aparecen Grace Gummer (The newsroom, hija de Meryl Streep) y Sarita Choudhury (La casa de los espíritus, Homeland).
Una crítica literaria neoyorquina que ha sido abandonada por su marido debe aprender a conducir para poder ver a su hija que piensa trasladarse a vivir al campo. Un taxista de origen indio de Queens le dará clases para que pueda superar el examen.
La historia se basa en un artículo, basado a su vez en un hecho real, escrito por la periodista Katha Pollitt publicado en el New Yorker.
Sorprende su tono amable y ligero, casi de comedia, poco habitual en la filmografía de Coixet.
Muestra la relación entre ambos personajes como una terapia vital para ella, una metáfora de la vida. El le enseñará a relajarse ante el volante igual que ante la vida, la ayudará a superar sus miedos y le inculcará su filosofía.
Retrata con respeto los modos y costumbres de la sociedad india en Nueva York pero también critica el racismo norteamericano y los problemas de los emigrantes ilegales. “En EEUU puedo hacer lo que quiera mientras no me pidan los papeles”.
Se nota que Coixet adora a Clarkson. La cámara la adora, la mima y consigue que salga más guapa que nunca.