***
La directora Marie-Castille Mention-Schaar firma este drama universitario protagonizado por Ariane Ascaride (Marius y Jeannette, Las nieves del Kilimanjaro) y Ahmed Dramé.
Una veterana profesora de un instituto de las afueras de París que ejerce de tutora de una clase bastante indisciplinada intenta motivar a sus alumnos. Para ello les propone que participen en un concurso nacional sobre lo ocurrido con los niños y adolescentes durante el Holocausto.
Una de esas películas tipo Rebelión en las aulas o El club de los poetas muertos sobre maestros que intentan ayudar a los jóvenes estudiantes a encontrar su camino.
Está basada en hechos reales. Uno de los alumnos, Malik, vivió esa experiencia y contactó con la directora para hacer la película. Juntos escribieron el guion. Ahora es uno de los actores y fue nominado al César al mejor actor revelación.
Al inicio vemos todos los problemas a los que se enfrenta: escasa atención, mala educación, peleas grabadas con el móvil, etcétera. Ser maestro hoy en día no es ningún chollo.
La educadora cree en ellos más que ellos mismos o su entorno. Durante el proceso, los chicos descubrirán la historia de su país y sus verdaderas personalidades.
Muestra los contrastes entre alumnos, pertenecientes a 29 comunidades distintas con diferentes culturas y religiones. También denuncia el racismo en el siglo XXI.
La cámara está en continuo movimiento para conseguir una mayor naturalidad y agilidad.
Curiosamente sabemos muy poco de la vida privada de la profesora: ¿está casada o tiene pareja? ¿tiene hijos? ¿qué experiencias ha vivido?
El mejor momento es la aparición de un deportado auténtico León Zyguel que explica su experiencia emocionando a los muchachos y, de paso, a los espectadores. Falleció a principios de este año. Y es que la segunda hora conmueve bastante.
Lo peor es su vulgar título castellano. El original es mucho mejor: Les heritiers, Los herederos en clara referencia a las nuevas generaciones que deben recordar la historia para evitar que se olvide.